Cada vez es más frecuente encontrarnos con ofertas de tejidos de bambú, lyocell o tejidos enriquecidos con aloe vera denominándolos por ello tejidos naturales.
Estas son fibras celulósicas que provienen de plantas, como el caso de los enriquecidos con aloe vera; gramíneas, en el caso de los tejidos de bambú; o árboles como el eucalipto o pino, en el caso del lyocell.
Pero cuidado, aunque es frecuente encontrar artículos donde se les denomina “fibras naturales”. Lo cierto es que técnicamente se definen como fibras artificiales porque son necesarios procesos químicos industriales para producirlas. A continuación, en Haiku Futon, analizaremos las telas de bambú, lyocell y aloe vera.
¿Cómo se convierte el bambú en tela?
La tela de bambú se puede obtener por un proceso mecánico o por un proceso químico.
Telas de bambú mediante un proceso mecánico
Es similar al proceso de obtención del lino. Hace falta primero enriar la planta para ablandar el tallo y luego romperlo con una agramadera para obtener la fibra. Procesado así, se le denomina lino de bambú, sin embargo, aunque el resultado final es muy bueno, hay que tener en cuenta que es aún mucho más costoso que el proceso de obtención del lino, por ser un tallo muy fuerte el que guarda las fibras y por eso este proceso a penas se utiliza.
Telas de bambú mediante un proceso químico
Es el más empleado, en él se tritura todo el bambú para hacer celulosa de bambú que se sumerge en una solución química de hidróxido de sodio que la alcaliniza y, tras descomponerla, se agrega disulfuro de carbono. Este proceso es muy contaminante y complejo, por lo que consideramos que se debe evitar, sin embargo, es el proceso dominante.
¿Qué tipo de tela es el lyocell y cómo se obtiene?
Se obtiene de la celulosa de árboles como el eucalipto o pino, pero también aunque el resultado final es un tejido muy interesante por su suavidad y capacidad de absorber la humedad, el proceso de transformación es un proceso químico industrial, donde se lleva a cabo una síntesis orgánica de celulosa extraída de fibras de eucalipto con N-Oxido de N-metilmorfolina.
Marcas de lyocell como Tencel aseguran que los árboles de dónde sacan las fibras tienen un crecimiento sostenible con talas controladas y tratan de minimizar los residuos químicos del proceso mediante la recirculación del agua contaminada, pero todavía el proceso de obtención está lejos de poder considerase sostenible.
Tela de aloe vera: ¿qué es y cómo se obtiene?
El agregado a los tejidos es un uso de esta planta bastante nuevo que se consigue con la tecnología de microencapsulación, por medio de la cual el contenido de aloe vera se incrusta en microcápsulas herméticas e impermeables. Estas microcápsulas son recipientes en miniatura fabricados con un recubrimiento polímero protector o cubierta de melamina que protegen el contenido de la evaporación y la contaminación hasta que se libera.
Las capsulas se unen con las fibras durante el proceso cuando se fabrica la tela y se abren cuando se toca o frota la tela. Su función puede ser mantener caliente la piel, proporcionar funciones antibacterianas y absorber el mal olor.
La tecnología de microencapsulación es una técnica todavía en fase muy experimental. Actualmente se considera que aumentan la cantidad de micro plásticos no biodegradables que se acumulan en los organismos vivos, por eso las regulaciones al uso de micro plásticos está redirigiendo el sector de microencapsulación hacia la búsqueda de soluciones más sostenibles.
Está muy bien apostar por fibras naturales para cubrir nuestra piel, pero no podemos olvidar que si su transformación no es mecánica, sino química, las debemos considerar fibras artificiales.
En cualquier caso, todas las investigaciones sobre las fibras naturales nos parecen positivas porque es mediante la investigación como se podrán ir mejorando los procesos de transformación para conseguir que sean más sostenibles.
No obstante, si queremos hacer un consumo responsable hay que evitar el “greenwashing” (marketing verde destinado a crear una imagen ilusoria de responsabilidad ecológica) que se practica tan a menudo con muchos productos y mirar siempre todo el ciclo de vida de él, desde la materia prima de la que se parte, pasando por el proceso de transformación que requiere hasta su ciclo final de degradación para poder catalogar el grado de sostenibilidad que tiene.
Y no nos confundamos: los tejidos pueden y deben ser sostenibles, dependerá de nuestra demanda de que esto ocurra más pronto o más tarde.